viernes, 3 de agosto de 2012

EL HÁBITO DE ESTUDIO Y SU IMPORTANCIA EN LA ESCUELA (1)

Nadie duda de la importancia de un buen hábito de estudio, especialmente si nos referimos a la educación secundaria. Es algo que siempre hablamos en casi todas las reuniones de padres y madres. Sin embargo, a veces se tiene la impresión de si realmente cuando hablamos de este tema, familia y profesorado, estamos entendiendo lo mismo. No  consiste en que el niño o la niña estudien cuando quiera y donde quiera, aunque lo haga con cierta frecuencia, ni que esté en su cuarto sin salir toda la tarde.

Un hábito es una conducta que repetimos y convertimos en una rutina que asimilamos en nuestro comportamiento cotidiano. El diccionario de la RAE lo define así: “Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas”. Para que exista un hábito tiene que existir una conducta y una repetición de la misma.

Como señala la definición de la RAE hay hábitos que son innatos, tienen relación con comportamientos instintivos (comer, beber, etc.) y no necesitan un aprendizaje previo. Sin embargo, los niños y niñas no vienen al mundo con el hábito de estudio aprendido ni lo adquieren por azar al hacerse mayores. El hábito de estudio se consigue con esfuerzo y a lo largo de un periodo de tiempo prolongado. Se trata de convertir en una costumbre una acción que cuesta trabajo realizar, pero que se considera importante para que esa persona se desarrolle y aumente sus posibilidades. Por consiguiente, la repetición es uno de los elementos fundamentales de un hábito.    

Otro aspecto clave de lo que hablamos es, además de la repetición, la conducta que se repite. Y esa conducta es el estudio. Por consiguiente, debemos de tener claro qué es lo que hay que repetir, es decir, en qué consiste una buena conducta de estudio. Y estudiar consiste en hacer las tareas diarias, repasar lo explicado en clase, hacer los trabajos encomendados y preparar los exámenes. Requiere aprender a organizarse y a planificar, aprender estrategias y técnicas de estudio, aprender a concentrarse y a memorizar...

Por último, es conveniente saber que el hábito facilita el esfuerzo porque su repetición favorece una actitud positiva hacia el estudio. Crea una disposición que lo hace más fácil e incluso más agradable. Genera un estado en el que el individuo se siente con mayor confianza en sus capacidades. Así se produce la “paradoja del buen estudiante”, cuanto más estudia, menos esfuerzo le cuesta y más motivado está.

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